David Card revolucionó la economía laboral demostrando con datos lo que muchos negaban por ideología. Ahora, en una entrevista contundente, analiza el futuro del trabajo, la inmigración y por qué España está perdiendo una oportunidad histórica.
Quién es David Card y por qué deberías escucharlo
David Card (Canadá, 1956) es premio Nobel de Economía 2021 y catedrático en Berkeley. Su especialidad: demostrar con evidencia empírica lo que funciona y lo que no en políticas laborales. Mientras otros economistas debaten teorías, Card estudia qué pasa en la realidad cuando subes el salario mínimo, llegan inmigrantes o cambias las reglas del juego.
Su investigación más famosa demostró que subir moderadamente el salario mínimo no provoca desempleo masivo, como llevaban décadas repitiendo los defensores del libre mercado absoluto. Ahora, sus reflexiones van mucho más allá.
Salario mínimo: funciona, pero con matices importantes
La clave está en la proporción. Card es claro: las subidas moderadas del SMI no dañan el empleo. Pero advierte: si ya tienes un 20% de trabajadores cobrando el mínimo, nuevas subidas pueden cruzar una línea peligrosa.
Su crítica a España es directa: «Falta investigación seria sobre los efectos de las últimas subidas del SMI». Sin estudios rigurosos, estamos legislando a ciegas.
La propuesta que nadie quiere oír
Card defiende algo polémico: el salario mínimo debería variar según el coste de vida regional. No tiene sentido aplicar el mismo mínimo en Madrid que en pueblos de Andalucía donde la vida cuesta un 40% menos. Pero esta idea choca con la ideología política de ambos lados.
El verdadero problema: trabajar y seguir siendo pobre
Aquí Card rompe otra narrativa: el problema no siempre es el salario bajo, sino trabajar pocas horas.
El ejemplo típico: madres solteras atrapadas en empleos a tiempo parcial porque no hay guarderías públicas accesibles. En EEUU, donde Card investiga, esto es especialmente dramático por la ausencia de políticas de cuidado infantil.
La conclusión: subir el salario mínimo ayuda, pero sin servicios públicos de apoyo, muchos seguirán en la pobreza laboral.
Desigualdad: el problema está en qué empresa te contrata
Card señala algo que muchos ignoran: tu salario depende más de dónde trabajas que de tu productividad individual.
La economía está cada vez más concentrada en unas pocas grandes empresas. Mientras Google, Apple o Microsoft crecen, el resto del tejido empresarial se estanca. Resultado: salarios congelados para la mayoría, riqueza extrema para unos pocos.
Pero Card añade una nota de realismo: incluso los gigantes de hoy pueden desaparecer. ¿Alguien recuerda cuando HP o General Motors parecían invencibles?
Inmigración: España está dejando pasar una oportunidad única
El mensaje de Card es potente: la inmigración no destruye empleo. Los datos lo demuestran una y otra vez. El reto real es cultural y social.
Dos escenarios muy diferentes
Inmigración latinoamericana: Card es optimista. Nivel educativo medio-alto, ausencia de barrera lingüística, facilidad de integración. Con las crisis en Venezuela, Argentina o Colombia, España podría atraer talento cualificado como hace México.
Inmigración africana: Aquí Card es más cauteloso. Baja formación media y mayores diferencias culturales complican la integración. No es imposible, pero requiere políticas activas.
La pregunta incómoda: ¿Está España aprovechando esta ventana de oportunidad con América Latina, o solo reaccionando con miedo?
Trump y «la peor combinación de estupideces»
Card no se muerde la lengua: las políticas de Trump son «la peor combinación de estupideces» que ha visto.
- Destruyendo la investigación en salud pública
- Subiendo aranceles hasta en medicamentos
- Creando un clima de intimidación donde las empresas no se atreven a criticar políticas absurdas
El efecto dominó: Canadá y México sufren los nuevos aranceles, y Card alerta de un desmoronamiento de la economía mundial integrada que llevó décadas construir.
Inteligencia Artificial: la disrupción que viene
Aquí Card combina realismo con advertencia. La IA será como Internet en los 90: transformadora pero impredecible.
Los números que asustan
Card estima que la IA podría eliminar hasta un 20% de los empleos en 10 años. Pero no todo es apocalíptico: también creará trabajos nuevos. La clave está en la velocidad.
Escenario optimista: transición gradual que permite adaptación, como pasó con Internet.
Escenario distópico: cambio acelerado que deja a millones fuera del mercado laboral, como en Alemania del Este tras 1989.
Card critica duramente la visión de algunos tecnólogos (Peter Thiel y compañía) que fantasean con un futuro donde la mayoría de la población es «irrelevante» sin trabajo. «Es una visión elitista y peligrosa», sentencia.
El problema de fondo: la política ignora la ciencia
Paradoja frustrante: nunca hubo tanta investigación económica rigurosa, pero los gobiernos la ignoran sistemáticamente.
Card lo ve en todas partes: ministros que legislan sin evaluar efectos, partidos que rechazan el salario mínimo por ideología de «mercado libre» pese a décadas de evidencia en contra.
Su trabajo actual lo demuestra: estudiando barrios en EEUU, descubre que dónde creces determina tu futuro laboral más que tu talento. Pero ¿cuántos políticos diseñan políticas urbanas con esto en mente?
¿Qué podemos aprender de todo esto?
Card nos deja lecciones incómodas:
Sobre salarios: Funcionan, pero hay que estudiar cada contexto. España necesita investigación seria, no ideología.
Sobre inmigración: Es una oportunidad económica si se gestiona bien. El reto es social, no laboral.
Sobre IA: Viene un cambio brutal. La pregunta es si ayudaremos a la gente a adaptarse o los dejaremos atrás.
Sobre política económica: Tenemos las herramientas para saber qué funciona. Pero seguimos legislando con dogmas del siglo XX.
La advertencia final
Card cierra con una reflexión inquietante: estamos viviendo el desmantelamiento del orden económico global que trajo prosperidad durante décadas. Barreras comerciales, guerras de aranceles, nacionalismos económicos.
La pregunta es: ¿Aprenderemos de la evidencia empírica antes de que sea demasiado tarde, o seguiremos legislando a ciegas mientras el mundo cambia a velocidad exponencial?
Un Nobel de Economía acaba de darte las respuestas. Ahora toca decidir si las escuchamos.